sábado, 9 de septiembre de 2006

es una tristeza tan linda.


Es una tristeza tan linda, tan linda y tan triste cuando los putos reaparecen como si nada, como si fuera de todos los días re-aparecer y re-cagarte. Llegan los recuerdos vestidos de música, disfrazados de esa canción, maquillados con ese aroma, ese olor a Le Sancy líquido, Tresor o Agua y te hacen temblar, mordisquear las uñas aunque sea tu costumbre jamás hacerlo. Te quedas inmóvil a las 4 am y no quieres dormir por miedo a soñar de nuevo. A tener pesadillas. Lindas pesadillas. Por la mañana te sientes como la mierda y te ves genial dice Leo Q. Nadie lo sospecha porque finalmente te autoconvences que estás genial y el sol te golpea violento y dan ganas de sacarse la ropa y caminar. En realidad sólo dan ganas de caminar por la diagonal o janequeo, como antaño. Más de alguna vez compré una nalca por ahí. Qué lindo es caminar al unísono con el sol. Y cantar don´t get me wrong o querer cantar porque en realidad no te atreves. Quieres cantar y que alguien se sienta aludido. Pero nada de esto sucede: no cantas y nadie se siente aludido porque nadie te ha tomado a mal.
Me pregunto a diario cómo será tener un hijo. Pero cada día es un hijo diferente. Varía la edad. Otras veces el color del cabello. También el sexo. Hoy era niña, de cabello en extremo liso y castaño. ¡Era linda! Era como una muñequita. Tenía alrededor de cinco años. Lo que no imagino es al padre.