viernes, 11 de marzo de 2011

i wanna be adored

entrando por maipú lo vi: un conce bipolar más iluminado que hace 14 meses atrás. aunque siempre bipolar. pero iluminado. sitios eriazos donde antes habían edificios con varias décadas encima. calles cortadas, edificios demolidos. desvíos de micros, gente desconcertada. desconcertada y desconfiada. desconfiada, desconcertada y arisca, diría cortázar. por eso preferimos caminar a la plaza con nombre de país. allá todo funciona mejor, quiero creer que puedes andar más tranquila, que no te arrebatarán la cartera. nos sentamos y pedimos michelada, michelada en un día de casi lluvia, precedido por un caluroso día soleado. conce, como se dice, (me cargan las frases hechas pero bastante que sirven), nos da y nos quita. aunque últimamente más nos quita. mientras que los edificios caídos dieron paso al sol, otros se elevan hasta taparlo. y la vitamina d se niega a aparecer, entonces nos paramos y nos vamos, las micheladas preparadas cada vez con menos amor nos enguatan y aparecemos en el mall, a ver si la vida nos trata mejor. vitrineamos un poco, en busca del amor. ¡DEL AMOR! conce y el mall sólo nos quita, nada nos da. no hallamos el amor en una prenda, tampoco en el género masculino. o él no nos ha encontrado a nosotras. solteronas de veinticinco. sin trabajo ni ganas de tenerlo. vamos por dos capuchinos por milcuatrocientos, ¡démosle nuestra mesada a punto de jubilar a los gringos del mccafé!
frente a frente, esperanzadas nada, resignadas un poco revolvemos nuestro coffee sin cigarettes, nos miramos y nos echamos a la boca nuestras galletitas de amor.